miércoles, 3 de septiembre de 2008

De principio a fin...

-Salgamos a la vereda-le dije.
La calle Vergara estaba más oscura y solitaria que nunca ese día.
-Mirame fijo a los ojos-le pedí-¿Qué ves?-.
-Nada...-dijo él.
-Eso es porque, precisamente, no hay nada. Estoy vacía. Ya no los siento brillar cuando te ven, cuando se encuentran con los tuyos. Y no es sólo eso. Mi mente ya no te piensa como antes y mi cuerpo no me pide tus manos. No somos más que cenizas-.
-¿Por qué?- Se atrevió a preguntar. Y yo respondí:
-Porque no puedo sentir interés por quién no se interesa por mi. Porque cuando te pregunté si me habías sido infiel, tu "No" tuvo diez tonos distintos de voz. Porque cuando te dije que no te creía te quedaste callado. Porque hace semanas que no me decís que me querés. Porque me levanto y me acuesto sin saber qué estás haciendo. Porque cualquier persona o actividad es más importante y primordial que la relación que alguna vez tuvimos. Porque no te siento...-.
-¿Y ahora qué?- dijo separándose de mi, dando un paso hacia atrás.
-Y ahora tenemos dos caminos-le dije-Uno nos va a permitir intentar resurgir de las cenizas como el ave Fénix y recuperar, tal vez, algo de lo que en algún momento tuvimos-.
-¿Y el otro?- preguntó mirando el piso, como si supiera exactamente lo que estaba por decirle.
-Y el otro, implica que te abrace-y lo abracé-que te diga "Gracias"-y le agradecí-y que me despida con un "Hasta pronto"-y eso le dije.
Me acarició, me miró como si nunca más volviera a verme y comenzó a caminar.
Lo vi alejarse por la misma calle en la que nos besamos por primera vez. Hasta que desapareció de mi vista. Y de mi vida. Tal vez por un tiempo. Tal vez para siempre...

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