Anoche soñé que me convertía en madre de dos mellizas: Emma y Ángel.
Eran hermosas.Curiosamente rubias.No se parecían en nada a mi. El parto había sido una maravilla, indoloro, tal como un parto de ensueños. Madre soltera yo, las llevaba conmigo a todos lados. En lo que parecían seis segundos, mis "mellis" aprendían a hablar, a caminar. Vivíamos en una casa enorme, con mis viejos. Tenia un cuarto para mi y mis nenas.
Era feliz.
Fue muy raro verme acunando dos bebés, mirándolas con cara de "¡acabo de ser madre!". Por un momento me la creí. Las sentía conmigo,en mi pecho, reconocía sus vocecitas, lo suave de sus pieles cuando me acariciaban..fue raro, pero mágico.Ellas me amaban, incondicionalmente.
Cuando me desperté sentí ganas de volver a soñarlas, de volver a tenerlas. Y al instante tuve miedo, porque estaba deseando ser madre..¡¡YO!! que nunca en mi vida pude tener un bebé en brazos, porque me dan mucha impresión. No sé cómo hacer que un nene deje de llorar. Es más, cuando me aparezco ante un chico, soy el motivo de su llanto.
Pero anoche fue distinto...
Cada mañana (mejor dicho, mediodía) cuando me levanto, repaso mis sueños. Siempre los recuerdo e intento descifrarlos. Pero esta vez me dio miedo, en serio.
Igualmente, me senté y pensé...
Tal vez, lo que más me atrapó de esas criaturas fue la ternura con la que me miraban y el amor que me transmitían con sus ojitos, haciéndome consciente de que nunca iban a traicionarme, de que nunca iban a dejar de quererme, de que en sus vida, SIEMPRE, iba a ser la primera...la más importante...la mejor en lo mio...LA mujer.
Y es que todas soñamos con que alguien nos quiera así...
Creo que Emma y Ángel vinieron a devolverme, en sueños, lo que alguien alguna vez me quitó: La ilusión del amor incondicional...
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