Esta es una entrevista imposible a Antoine de Saint-Exupéry...
“Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores”
Por: Florencia Gaitán
Fue un viaje largo. Pensé que no iba a encontrarlo nunca. Su desaparición fue misteriosa, pero aún más lo fue su motivo. Muchos especularon y hasta un alemán confesó ser el culpable de ella. Por todo esto no me pareció raro que haya querido esconderse, desaparecer definitivamente. Sin embargo lo encontré donde siempre quiso estar y donde sospeché que estaría: en medio del desierto, justo debajo de la estrella donde vio a su pequeño amigo por última vez, donde espera ver al Principito nuevamente para reencontrarse y no dejarlo ir.
Se emocionó al verme llegar. Confesó que no hablaba con nadie desde hacia mucho tiempo. Y yo le confesé que siempre quise tener enfrente al “maestro de la vida”. Ansioso, pidió que comenzara con la primera pregunta y yo, haciéndole caso, me acerqué y pregunté.
-¿Por qué pediría perdón?
-“Pido perdón a los niños por haber dedicado “El principito” a una persona mayor”.” A lo largo de mi vida he tenido multitud de contactos con multitud de gente seria. Viví mucho con personas mayores y las he conocido muy de cerca; pero esto no ha mejorado demasiado mi opinión sobre ellas”.
-¿Se considera un niño todavía?
- “Es posible que yo sea un poco como las personas mayores. He debido envejecer”.
-¿Cuál es el problema con la gente adulta?
-“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: ‘¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?’ Pero en cambio preguntan: ‘¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?’ Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: ‘He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado’, jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: ‘He visto una casa que vale cien mil francos’. Entonces exclaman entusiasmados: ‘¡Oh, qué preciosa es!’.
Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores”.
-¿Es posible evitar dedicarle tiempo a una mala persona?
-“De buenas semillas salen buenas hierbas y de las semillas malas, hierbas malas. Pero las semillas son invisibles; duermen en el secreto de la tierra, hasta que un buen día una de ellas tiene la fantasía de despertarse. Entonces se alarga extendiendo hacia el sol, primero tímidamente, una encantadora ramita inofensiva. Si se trata de una ramita de rábano o de rosal, se la puede dejar que crezca como quiera. Pero si se trata de una mala hierba, es preciso arrancarla inmediatamente en cuanto uno ha sabido reconocerla”.
-¿Qué me dice de los verdaderos amigos?
-“Los hombres ya no tienen tiempo de conocer nada. Lo compran todo hecho en las tiendas. Y como no hay tiendas donde vendan amigos, los hombres no tienen ya amigos. No todos han tenido un amigo”
-¿Cuál es la clave para mantener una amistad?
- “ Eres responsable para siempre de lo que has domesticado.Si tú me domesticas, entonces tendremos necesidad el uno del otro. Tú serás para mí único en el mundo, yo seré para ti único en el mundo”.
-¿Cuál es la clave para que el amor sea eterno?
- “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple : no se ve bien sino con el corazón; lo esencial es invisible para los ojos”.
Con su célebre frase di por terminado el cuestionario. Se había emocionado. Miró al cielo, a la estrella que brillaba justo encima de nosotros y se rió. Entendí que recordaba al Principito. Tomé mi cuaderno y comencé a caminar, dejando atrás mis huellas en la arena y con ellas, toda mi infancia. Creo que, al igual que Saint-Exupèry, estoy empezando a envejecer. Me di vuelta para mirarlo por ultima vez. Y “Lo vi caer lentamente, como cae un árbol, sin hacer el menor ruido en la arena...”. Y entonces compendí todo. El momento del reencuentro con su estimado y pequeño amigo por fin había llegado. Esta vez, Antoine de Saint-Exupèry, desapareció para siempre.
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