Nunca desarmes un bolso un día gris. Es como trepar a lo alto de un edificio de veinte pisos, pararse en el vértice de la terraza y extender los brazos como si fueras la protagonista de Titanic.
Nunca escuches esas canciones que pones cuando tenes ganas de llorar un día gris. Surten un efecto doble.
Nunca mires fotos del lugar en el que fuiste feliz un día gris. Es como hacerte consciente de que nunca serás feliz dos veces en un mismo sitio.
Nunca extrañes demasiado a alguien un día gris. Es como sentirte mucho más lejos de lo que estás.
Nunca odies a los que te hicieron daño un día gris. El dolor es más fuerte y ellos son más culpables.
Nunca desees algo con demasiadas fuerzas un día gris. El objetivo parece estar mucho más lejos.
Los días grises nacieron para decirle a alguien cuanto lo querés, para no dormir solos, para ahogarte en un abrazo y ahogarlo con un beso, para caminar mirando al cielo y reírse de a dos, para no estar solos...
Hoy es un día gris. Ya desarmé un bolso, escuché canciones deprimentes, miré fotos del lugar donde fui feliz, extrañé ( y sigo extrañando) demasiado a alguien, odié al que me hizo daño y desee con todas mis fuerzas que saliera el sol.
Pero el sol no salió...
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